viernes, 31 de agosto de 2012


EL AZAR EN EL MISTICISMO PAGANO DEL IMPERIO ROMANO.


El Triunfo de Flora. Festejo pagano en honor de las cuatro estaciones.

Los Números Mágicos de los Romanos:

Los romanos en la bota itálica comenzaron siendo un pequeño pueblo que tenía sus propias tradiciones y creencias místicas, astrológicas y mitológicas, y con el tiempo se convirtió en un gran imperio cuya identidad cultural se forjó siguiendo el modelo de lo que actualmente se conoce como «paganismo cosmopolita». En efecto, en un principio los romanos dentro de sus tradiciones paganas y sus creencias místicas fueron muy adeptos a reconocer la influencia evidente del número 4 sobre todos los fenómenos de la Naturaleza, pero finalmente su predilección se inclinó más por la influencia del mágico número 7 sobre el destino del universo.
Así, en los primeros tiempos de la civilización romana el número 4 era considerado como un número mágico que regía todo el universo, porque sólo se conocían 4 elementos divinos (Aire, Fuego, Agua y Tierra), además según el calendario romano sólo había 4 estaciones durante el año (primavera, verano, otoño e invierno) que eran festejadas por el pueblo mediante diversos ritos paganos (como ocurría con las denominadas «Fiestas de Flora» que daban inicio a la primavera), y del mismo modo el ciclo de la vida de los animales, de los humanos y aún de los pueblos estaba regido por la influencia de 4 etapas claramente diferenciadas: la infancia o el génesis era la primavera, la juventud o expansión era el verano, la mayoría de edad o apogeo era el otoño, y la vejez o decadencia era el invierno.
Pero cuando el poderío del Imperio Romano comenzó a expandirse y se consolidó sobre todo el mundo antiguo conocido, el número 7 en la mente de los matemáticos, de los sabios y de los astrólogos romanos pasó a ser el que regía el Universo, porque ahora se conocía de la existencia de 7 cuerpos divinos que dominaban en los cielos (Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno), 7 eran los dioses romanos asignados a esos 7 cuerpos celestes (Júpiter era el dios supremo, Marte era el dios de la guerra, Venus era la diosa del amor, etc.), 7 días tenía la semana romana en honor de cada uno de esos 7 dioses, 7 eran los colores visibles del arco iris, 7 eran los metales usados para la construcción de herramientas, utensilios y armas que permitían la expansión del gran imperio (oro, plata, hierro, cobre, estaño, bronce y plomo), 7 eran las nuevas etapas en las que se dividía el ciclo de la vida de los nobles ciudadanos romanos: infantia (del nacimiento a los 7 años),pueritia (de los 7 a los 14 años), adulescentia (de los 14 hasta los 21 años),  juventus (desde los 21 hasta los 35 años),virilitas (de los 35 hasta los 55 años), senectus (de los 55 a los 70 años), y senies (más allá de los 70 años); etc.
Desde que en el siglo III a.C. los romanos comenzaron a expandirse militarmente dominando todo el mundo antiguo conocido, absorbieron y sintetizaron en la cultura cosmopolita de su extenso imperio todas las viejas creencias místicas, astrológicas y matemáticas procedentes de Macedonia, Grecia, Cartago, Siria, Asia Menor y Egipto, y por eso ellos en su civilización también admiraron con gran misticismo la perfección de las formas matemáticas y la manera tan adecuada como regían el Universo. No resulta sorprendente que se encuentren evidencias históricas que demuestran que los romanos bien podían creer en la influencia de los dioses mitológicos tomados en préstamos de la cultura griega (Júpiter, Marte, Venus, Bacco, etc.), o que buscaran la predicción del futuro mediante la astrología o el zodiaco procedentes de Babilonia, o mediante la kabbala originaria de los pueblos hebreos, o mediante la influencia de los números mágicos según las doctrinas pitagóricas, así como también podían creer en las predicciones de los agoreros que supuestamente adivinaban la ocurrencia de los infortunios futuros con sólo mirar la forma como volaban determinadas aves que surcaban el cielo de Roma, al tiempo que simultáneamente podían practicar diversidad de rituales y sacrificios religiosos en honor de diferentes dioses procedentes de Egipto, Siria o Asia Menor: como Vesta, Baal, Mitra, Isis, Minerva, etc.
La admiración por la magia de la proporción áurea también formó parte de la escultura y de la arquitectura que floreció en Roma, tomada en préstamo de la cultura griega o egipcia, e incluso hacia el año 40 a.C. el arquitecto Marco Vitruvio Polión, que prestó sus servicios a Julio César y luego a Octavio Augusto, escribió una obra titulada De architectura, en la cual señaló que la belleza estética de cualquier obra arquitectónica se fundamenta en un equilibrio basado en las relaciones numéricas.
Durante la decadencia del Imperio Romano una pequeña secta de creyentes que cada vez ganaba más adeptos, conocidos como los «cristianos», condenaron desde su propio punto de vista todo el misticismo pagano cosmopolita que se mezclaba libremente dentro del extenso imperio, misticismo que estaba asociado a un gran número de imágenes ideales sobre la marcha del orden natural creadas desde el III milenio a.C. por viejas civilizaciones cuya cultura fue asimilada dentro del Imperio Romano Aún así, hasta cuando los cristianos tuvieron el poder suficiente para imponer sobre el pueblo su propio «misticismo religioso» referente a la imagen ideal que explicaba la marcha del orden natural, se observa que un universo dominado por el número 7 fue una idea que perduró por siglos en la gran diversidad de pueblos que estuvieron bajo el dominio del Imperio Romano, así como la expansión del latín como la lengua oficial de este vasto Imperio sirvió para la divulgación de todas las milenarias ideas místicas y paganas creadas durante la Antigüedad en torno de los números y las figuras geométricas que regían al universo.

Rituales Paganos y Números en la antigua Civilización Romana:
Los romanos tenían un amplio cronograma de festividades paganas fundamentadas en sus creencias místicas sobre la conformación numérica del universo. Tradicionalmente los romanos celebraban el «Triunfo de Flora» con el que daban inicio a la primera, pero del mismo modo tenían otra serie de festividades para homenajear a cada una de las divinidades que imperaban durante las 4 estaciones del año.

De igual forma, cuando el poderío de su Imperio se expandió por todo el mundo antiguo, los romanos inventaron nuevas festividades para homenajear a cada uno de los 7 dioses supremos (Sol, Luna, Júpiter, Saturno, Marte, Mercurio, Venus) mediante diversos bacanales en los que predominaban la embriaguez, la danza, la desnudez y el desenfreno orgiástico, destacándose en este sentido los denominados Saturnales, carnavales paganos que se celebraban anualmente en el mes de diciembre (cerca a la fecha en la que actualmente se celebra la Navidad). En verdad la imagen ideal que cada pueblo elabora para explicar la marcha del orden natural permite fundamentar creencias, hábitos, costumbres y culturas.

¿Agoreros y Adivinos? o ¿Simples Oportunistas?
Según los historiadores, mucho antes de que ocurriera la muerte de Julio César se pudo observar que los agoreros, con fundamento en el triste vuelo de las golondrinas y de los halcones sobre Roma, pronosticaron que el gran político perecería en el recinto del senado traicionado por sus antiguos seguidores y amigos, justo en los Idus de Marzo. 

El asesinato de Julio César y los adivinos agoreros.

Hoy se sabe que esos agoreros, debido a su supuesta fama de adivinos, realmente eran consultados diariamente por los hombres más poderosos de Roma (los aristócratas, los militares de alto rango, los gobernadores de las provincias, los mercaderes y los mismos senadores), y gracias a esas entrevistas esos astutos agoreros ya intuían que entre los senadores se estaba tramando un plan siniestro para acabar rápidamente con el dominio de Julio César quien se autoproclamaba como emperador vitalicio de Roma. Por ese motivo, el pronóstico de los agoreros, más que adivinación mágica, fue la simple anticipación de un crimen prácticamente ya anunciado, que sólo era ignorado por la propia víctima.
Cuando las gentes influenciadas por ideas místicas creen que el universo se comporta exactamente como lo prevé una determinada imagen ideal que se tiene del mismo, cuando se cree que las estrellas influyen en el modo de pensar y en las conductas de los hombres, entonces siempre habrá oportunistas que se aprovecharán de esas creencias de las gentes para sacar un beneficio económico haciendo valer su fama de supuestos adivinos, profetas, pronosticadores, videntes, síquicos, numerólogos, etc.
Como lo señaló William Shakespeare varios siglos después en su obra titulada Julio César: «El crimen, querido Brutus, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos…».

¿El Castigo Divino contra el Paganismo?


Hacia el siglo I d.C. los más ricos habitantes de Roma comenzaron a instalar sus casas de recreo en regiones cercanas a las playas del mar. Las pequeñas aldeas de Pompeya y Herculano pronto se convirtieron en unos balnearios muy tranquilos donde se concentraron las villas de las ricas familias aristocráticas romanas, contando además con cercanos lupanares (burdeles), termas para el disfrute de los baños de vapor y casas para el juego como la legendaria Taberna Lusoria.

En el año 79 d.C. el cercano volcán Vesubio explotó sepultando con una nube de ceniza ardiente las aldeas de Pompeya, Herculano y Estabias. Las excavaciones que se han realizado en estos lugares desde comienzos del siglo XIX demuestran que sus aldeanos eran gentes alegres, entregadas a la diversión, la embriaguez, las orgías y un sinnúmero de extraños rituales de iniciación en diferentes cultos de adoración a favor de Vesta, Venus o Mitra, tal como se muestra en los anteriores murales que corresponden a los hallados en la denominada «Sala de los Misterios» ubicada en una casa desenterrada de las cenizas en Pompeya.
No hay duda de que cuando el Vesubio hizo erupción en el año 79 d.C. la creciente secta de los cristianos tomó este hecho como si fuera la repetición del castigo divino que según la Biblia cayó del cielo para acabar con los enjambres de pecadores que vivían en Sodoma y Gomorra, sólo que esta vez el castigo divino había caído para sepultar el paganismo que proliferaba en Pompeya y Herculano. El decaimiento del Imperio Romano había empezado, bajo la continua dirección desatinada de césares ambiciosos, dementes, lujuriosos, ineptos o cobardes (basta pensar en personajes como Tiberio, Calígula, Claudio, Nerón o Caracalla), y en medio de ese proceso de declive el cristianismo pudo florecer, hasta que con el tiempo los jerarcas de esa nueva iglesia tuvieron el poder de catalogar como «paganismo» no sólo los milenarios cultos religiosos del pasado, sino además todo aquel saber de la Antigüedad que no pasara previamente por su aprobación clerical.

FUENTES DE CONSULTA:
  • EVES, Howard. An introduction to the history of mathematics.  Ed. Brooks Cole, 1990
  • KOYRE, Alexandre. Estudio de historia del pensamiento científico. Editorial Siglo XXI, Ciudad de México, 1978.
  • SUETONIO, Cayo. Vida de los doce Césares. Traducción de Ismael Pérez, 1963.
  • WIKIPEDIA. Consulta de los términos: Herculano; Juegos de Flora; Julio César; Mythology; Pompeya; Roman Empire; Saturnales; Vitruvio.








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